- Son nociones de imagen, del corazón salen sombras, y de esas sombras el amor. Quisierase una vida tranquila, dulce paz, gloriosa armonía; mas en sus cabellos ondeaba el viento, caprichoso, amoroso y sutil jugando con ella, yo la miraba, entretenido en mis pensamientos, en contemplar cada facción, cada reflejo de perfecta imperfección humana. Ella culminaba el paisaje de fría hierva y oscuros bancos de un negro añejo, casi blanquecino, cascado por el tiempo y el espacio; ella estaba distraída, miraba sin mirar al infinito, y en su mirada yo viendo lo finito en inverso paralelo continuo. Yo clamaba una salve en mi cabeza, recitaba poemas a sus ojos, aquellos que miraban sin ver nada, mostrándome lo bonito en lo irreal; continuaba pasando el tiempo, y el cielo más se nublaba, yo cantaba por piedad de las nubes, que no me dejaran irme a casa; ella seguía inmersa en la nada, mas pensándolo todo, sufriendo callada.
Arriba comenzaba a entreverse la lluvia, mas ella seguía sentada, yo a su lado acurrucado; mala sombra que por vida se acercaba, era de esperar su llegada, tiempo finaliza rápido a mi amada. Clamé pues esta malversada sonata:
- Sois la Luz, en el reverso de la oscura tapa,
sois la especie que extinguió la Tierra por miedo a que con ella acabaras;
pensado en lo sencillo de la vida,
sin siquiera esperar una palmada,
oscurecida la bella noche proclama un suspiro de sus labios,
ella estaba ahí parada;
sus labios temblando frío miedo,
sus ojos mirando oscuridad cerrada,
su cara tan santa, debilidad del Sabio,
que por quererla el monje se hizo diablo,
de las alegres tierras a los profundos cementerios desterrados.
Tuviera yo una mascara mortuoria,
tuviera ella una porcelana,
la cripta comenzó a lucir el ténebre escenario sepia,
eramos tan solo actores de una cruel comedia negra;
comenzamos sin comenzar un guión sin letras,
improvisando el ridículo espectáculo de marionetas;
miradas inexpresivas, publico callando estaba a la Luna ciega,
esta noche no hay luz en la ciénaga de los muertos,
hoy los muertos mueren viviendo vida.
Ella continua serena en el púlpito de la sala,
a veces ríe con risa callada.
Menguada su inseguridad,
cuando por todos habla de nada,
pretende no estar estando sola,
estando querer más bien cercana,
camina a ciegas sin pisadas,
pisando hacia atrás de mala gana,
no llora a solas, ni llora acompañada,
su lagrima esta en paro censada.
Ella no quiere ser débil,
ella no quiere ser amada,
ella no evita a la muerte,
mas se mantiene bien callada.
Ella ya no juega con juguetes,
se canso de estar cansada,
la vida le da golpes,
ella golpes le reclama.
Toca un piano de luces,
una sonata censurada,
ella ya no espera de nadie,
lo que de ella nadie esperaba.
A lo lejos dulce melodía sonaba en la nada,
un cascabel, un gato, un ingenuo que pasaba,
y un Orfeo allí también, trovando estaba por la dama,
en la ventana ella, esperanzadora mirada,
sin saber por qué el Don Nadie la llamaba,
mas ella no parecía escucharlo.
Trepó de zarzas la fría valla del jardín,
llevando rosas, llevando joyas bien labradas,
cual mal Romeo, cual mal Eros a su amada.
Aparecióse él en la ventana, frente ella bien callada,
dióle un beso y despidióse, y le pidió que lo aguardara,
"Pues mañana mismo vengo, a quererla, a cuidarla";
mas luego, su Don Juan, nunca vióse su llegada.
Tarde llanto sordo era el pedido por la dama,
cuando de la nada aparecióse de nuevo el gato,
el ingenuo se acercaba.
Pasó por él también la fría zarza,
él no trajo rosas, el no trajo joyas,
él no trajo más que espinas clavadas;
acercóse también a ella, que llorando su alma estaba,
presentóse y le dio la mano, y miróle con picara mirada,
"Soy yo un rufián, un bastardo sin nada,
yo no he de darte más que unas simples palabras,
mas yo si que estaré de aquí a mañana,
y a la misma vida te acompañe,
y al mismo infierno yo baje,
y quedeme yo a su lado, cual gato embrujado,
yo su fiel amado.
Mi amor por vos es sincero,
ya lo dijo de buena gana el primero,
mas espinas me clavé ayer mil,
y mil me clavaré por vos mañana,
mas yo quiero seguir aquí, clavandome en la fría zarza,
mostrandole en mis ojos lo que usted no vio en la nada,
mostrandole la verdad y la pasión afortunada."
Todo lo que ella dijo entonces fue más de lo que calló,
hablóle de todo, y de todo se le oyó,
su sonrisa cambió de cristal cerámica en humanidad,
y la misma humanidad en su propia vida perdida se volvió.
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